Las emociones se han considerado poco importantes en beneficio del aspecto más racional del ser humano, pese a que ellas indican estados personales, motivaciones, deseos, necesidades e, incluso, objetivos.

¿QUÉ ES UNA EMOCIÓN?

La emoción es un estado afectivo, una reacción subjetiva al entorno que experimentamos y que se acompaña con cambios orgánicos propios, inherentes, y que están influidos por la experiencia; en definitiva, es una función adaptativa de nuestro organismo al entorno. En todos los casos, tienen una utilidad, y propician la eficacia de la persona que las experimenta en la ejecución de las reacciones apropiadas de conducta, con independencia de su génesis.

Todas las emociones, incluso las desagradables, son necesarias e importantes para la adaptación social y el ajuste personal. Se gestionan por la amígdala, que domina el instinto de supervivencia y que se encarga de las reacciones impulsivas, pone sobre aviso al cuerpo ante un riesgo o peligro y lo asocia con recuerdos y experiencias ligadas a emociones positivas o negativas.

Las emociones tienen unos componentes conductuales particulares, basados en el aprendizaje familiar y cultural de cada individuo y sobre los que se puede ejercer cierto control, cómo son las expresiones faciales, acciones y gestos, la distancia interpersonal y la expresión o comunicación no verbal. Por contra, existen otros componentes fisiológicos e involuntarios a los que obedecemos todos, tales como el sonrojo, la sudoración, la respiración, el aumento del ritmo cardiaco, la dilatación de las pupilas y el temblor.

LAS FUNCIONES DE LAS EMOCIONES: ADAPTATIVAS, SOCIALES Y MOTIVACIONALES

Cómo decíamos, todas las emociones tienen una utilidad, una función. Podemos hablar de las funciones adaptativas, que quizá sean unas de las funciones más importantes, como es preparar el organismo para actuar eficazmente conforme a las condiciones del entorno, movilizando la energía y dirigiendo la conducta necesaria para el objetivo.

Asimismo, están las funciones sociales, que permiten a los demás predecir el comportamiento asociado a las emociones y que facilitan la relación interpersonal, el control de la conducta de los demás, la comunicación de los estados afectivos, y la conducta pro-social. Una expresión adaptada de nuestras emociones facilita la realización de conductas apropiadas por parte de los que nos rodean. Y no solo la expresión de las emociones, sino la represión, pueden tener una función social, dada la necesidad social de inhibir ciertas reacciones emocionales que pueden perjudicar las relaciones sociales incluso el funcionamiento de organizaciones sociales. Expresión de emociones que también pueden inducir al grupo, a los otros, al altruismo, a una conducta pro-social.

Y, por último, las funciones motivacionales. La motivación encamina e intensifica la conducta motivada, y facilita el acercamiento o la evitación del objetivo en función de las características de la emoción y, en congruencia, con sus vertientes, agrado-desagrado e intensidad de la reacción. Pero no solamente nos encontramos con que toda conducta motivada produce reacciones emocionales, sino que una emoción puede generar, por sí misma, la aparición de una conducta motivada, encaminarla a un determinado objetivo y tener intensidad concreta.

Tal es la importancia y la relación intrínseca entre biología y emoción, que lesiones en el hemisferio derecho pueden provocar incapacidad para expresar verbalmente sentimientos y emociones, y hay zonas del cerebro relacionadas con la expresión y el reconocimiento de las emociones.

Las emociones se producen por interacciones complejas motivadas por factores subjetivos y también objetivos a través de los sistemas neuronales y también hormonales. Y pueden provocar experiencias de placer o displacer, procesos cognitivos que inciden emocionalmente, valoraciones, etiquetados, ajustes fisiológicos adaptados a las condiciones en las que se activan y una orientación de la conducta hacia el objetivo de forma adaptada.

El ser humano es capaz de sentir una multitud de emociones, con mezclas, variaciones y matices. Hemos de decir que no hay consenso en cuanto a las emociones consideradas primarias, aunque una primera aproximación a ellas podría ser la ira, la tristeza, el miedo, la alegría, el amor, la sorpresa, la aversión y la vergüenza en todas sus variantes e intensidades.

TODAS LAS EMOCIONES, INCLUSO LAS DESAGRADABLES, SON NECESARIAS E IMPORTANTES PARA LA ADAPTACIÓN SOCIAL Y EL AJUSTE PERSONAL

GESTIONA TUS EMOCIONES

Llegados a este punto, nos encontramos con la necesidad de buscar un modo de gestión de las emociones que nos permita llevar una vida, socialmente adaptada y que nos encamine hacia nuestros objetivos de forma armónica, equilibrada y consciente. El elemento físico principal para lograr este objetivo es la amígdala, que nos prepara para las reacciones impulsivas y que se ve equilibrada con otra parte del cerebro emocional que elabora esa reacción a una forma más adaptativa, el córtex prefrontal, modulando las respuestas de una forma analítica y proporcionada. Por tanto, amígdala y procesos neocorticales mantienen el equilibrio de nuestras respuestas.

Razón y emoción van de la mano, ambas en su estado sano y equilibrado, y nos conducen a una toma adecuada de decisiones y a una actuación efectiva y proporcional en relación con ellas. Las emociones se adelantan al cerebro ante emergencias para reaccionar sin perder tiempo en pensar, dominando el cerebro y no dejando actuar a la parte racional, de una forma intensa y breve. Si esa emoción sigue dominando el cerebro racional pasada la emergencia, si se desborda, si se cronifica, podría constituir una mala guía para la acción, y podría llegar a dar lugar a trastornos emocionales como la angustia, la ansiedad, la depresión, etc.

Es por ello necesario tener un buen autocontrol emocional, que nos permita gestionar de forma adecuada nuestras emociones y, así, controlarlas, dominarlas, manifestarlas o inhibirlas de forma correcta, tanto las agradables como las desagradables. Recordad, que no existen emociones positivas o negativas, todas son necesarias y existen por un motivo, para adaptarnos a una situación. Nuestro derecho a expresar lo que sentimos o pensamos debe realizarse de una forma asertiva, pero sin que perjudique a terceros.

TÉCNICAS DE GESTIÓN EMOCIONAL

Para ello podemos utilizar diversas técnicas como pueden ser la imaginación o visualización con la que conseguimos un mayor control de mente, emoción y cuerpo, y con la que efectuamos cambios de conducta, definimos la autoimagen y realizamos cambios importantes y mejoramos la autoestima, las relaciones con los demás y la consecución de metas definidas.

Imagínate dando pasos hacia tu meta, incluyendo también el proceso hasta llegar a ella. Visualiza tu conducta, con imágenes tuyas en una conducta proactiva y en posesión de cualidades abstractas, por ejemplo, de autoestima. Crea una imagen de ti mismo sintiéndote bien respecto a tus cualidades, siendo elogiado.

Siéntete como una persona de éxito, teniendo relaciones de calidad, alcanzando tus objetivos. Incluye un lenguaje corporal afirmativo, erguido, sonriente, haciendo gestos afirmativos. Imagínate acometiendo el reto y consiguiéndolo. Imagínate mejor en el futuro y también en el momento presente. Descubre tu autoestima, visualízala, vincúlala con una experiencia grata, con un día precioso, soleado, escucha una música bonita, siéntete bien, afable y sintoniza con tu amor a ti mismo. Durante la visualización utiliza afirmaciones “como confío en mí”, “me quiero”, “me gusto como soy”. Si tienes creencias religiosas, espirituales, teorías sobre el cosmos o el amor universal, introdúcelas en tu visualización.

EL ENTRENAMIENTO ASERTIVO

El entrenamiento asertivo o entrenamiento de habilidades sociales nos ayuda a desenvolvernos en la vida y a evitar la frustración y la insatisfacción, a defender lo que nos interesa sin herir ni atacar a los otros, identificando los estilos básicos de la conducta interpersonal (agresivo, pasivo, asertivo), las situaciones en las que se quiere ser más asertivo, las situaciones problemáticas, a establecer un plan para el cambio de nuestra conducta, a desarrollar un lenguaje corporal adecuado, a identificar y evitar manipulaciones externas.

NUESTROS PENSAMIENTOS SON LOS DESENCADENANTES DE NUESTRAS EMOCIONES

LA RESPIRACIÓN

También podemos utilizar un adecuado control de la respiración como estrategia para manejar los momentos problemáticos y de estrés, ya que contrarresta los efectos fisiológicos negativos. Identifica las sensaciones que te produce cada tipo de respiración, postura cómoda, ojos cerrados, en condiciones de tranquilidad, ropas holgadas… Existe una relación directa entre el estrés y la ansiedad y la hiperventilación. No adoptes una postura desgarbada en la que posicione tu caja torácica contraída o con el diafragma inmovilizado. Respirar con la caja torácica fatiga el corazón y aumenta la presión sanguínea.

Hazte un test de respiración poniéndote una mano en la parte superior del tórax y la otra donde comienza el abdomen. Respirarás correctamente cuando el abdomen se hinche y el estómago sobresalga. La relajación consciente y los ejercicios de respiración ayudan a superar el estrés y la tensión. Trata de respirar lentamente y al inspirar hazlo con fuerza. Aspira lentamente por la nariz contando hasta cuatro, seis u ocho en función de tu capacidad, mantén la respiración durante el mismo periodo y expulsa el aire. Repite este ejercicio varias veces.

EL TIEMPO

Concebir la correcta administración del tiempo como una forma de ser, de vivir. Tener al tiempo como aliado y no enemigo al ser un recurso escaso que ha de ser controlado en función de prioridades, logro de objetivos y metas que se planteen. Administrar el tiempo es un don que puedes desarrollar si te lo propones.

Realiza una lista de actividades de una semana completa. Cada hora de planificación eficaz del tiempo ahorra tres o cuatro horas de ejecución y mejora los resultados. Planea el día siguiente en los 10 minutos finales de tu jornada anterior. Respeta, dentro de lo posible, tu planificación. Utiliza un orden de prioridad en la asignación del tiempo disponible a las tareas. Establece tiempos o fechas límite para cumplir los compromisos. No pierdas de vista los objetivos o los resultados. Analiza el tiempo a utilizar de manera realista. No procastines. Delega las actividades rutinarias de bajo valor. Agrupa las actividades similares para evitar la repetición de acciones. Reduce tus interrupciones al máximo, como es el caso de las llamadas, por ejemplo.

APRENDER A RELAJARNOS

Debemos comprobar regularmente nuestro grado de tensión e intentar a continuación relajarnos mediante unas técnicas en virtud de dos parámetros: la focalización en las condiciones que nos favorecen y la evitación de condiciones que la impiden. Sus beneficios son múltiples y conocidos por todos. Algunas sugerencias a la hora de relajarse son dejar los hombros sueltos, relajar una parte del cuerpo, respirar profunda y pausadamente…

Hay dos parámetros que favorecen la relajación, el primero es focalizarse en las condiciones que lo favorecen; esto es, tensión y distensión muscular, respiración sosegada, imágenes agradables, posturas cómodas, tranquilidad en el entorno, y la evitación de condiciones que la impiden.

LOS PENSAMIENTOS

Debemos recordar que nuestros pensamientos son los desencadenantes de nuestras emociones, de ahí la importancia de generar pensamientos positivos y aprender técnicas adecuadas de modificación de los negativos. Conocer la génesis, el funcionamiento y técnicas de control de nuestras emociones, nos ayuda a mejorar nuestra vida, no solamente a nivel emocional sino a nivel físico, reduciendo el estrés, mejorando la presión arterial y la circulación, manejando el dolor y mejorando el sistema inmunológico.

Hay que ser conscientes de que lo que nos provoca malestar o ansiedad no son los eventos, sino cómo vinculamos las emociones a ellos.

Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº18

Las emociones: ¿enemigas o aliadas? – Fundación Vivosano

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