Según la organización “The Nature Conservancy”, la huella de carbono (HC) está definida por el total de gases de efecto invernadero (incluyendo dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, entre otros) que generan nuestras acciones diarias.
Esta organización estima que cada habitante del planeta genera una media de casi cuatro toneladas anuales de CO2, mientras que en países como Estados Unidos esta cantidad se cuadruplica por persona y año.
Es decir, la huella de carbono es un indicador ambiental que busca reflejar la totalidad de los gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto de una persona, de un producto, un servicio, de una organización o de un país.
Casi todas las acciones diarias que realizamos desde comer, vestirnos, movernos o viajar, generamos emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Además, esto sucede también en cada etapa del ciclo de vida de un producto desde la obtención de las materias primas hasta su comercialización final.
¿Qué sucede a nivel ambiental?
La comunidad científica ha identificado una tendencia creciente en la temperatura media mundial, fenómeno conocido como calentamiento global.
Aunque en las causas de esta tendencia confluyen diversos factores determinantes como: variabilidad climática natural, astronómicos (actividad solar, orbitales), geológicos (deriva continental, vulcanismo) y atmosféricos, se señala como principal responsable el incremento del efecto invernadero, producto de la emisión de GEI a la atmósfera.
Existen gases en la atmósfera que absorben la radiación infrarroja emitida por la Tierra y vuelven a emitirla en todas las direcciones, produciendo un calentamiento de la misma, y de la troposfera. La acumulación de gases de efecto invernadero (GEI), dejan pasar la radiación solar incidente que calienta la Tierra, pero obstaculizan la salida al espacio de la radiación térmica de onda larga emitida por nuestro planeta. De esta manera, se acumula más calor, resultando en un incremento de la temperatura. Esto se conoce como efecto invernadero (EI) y es un proceso natural que posibilita la vida en la tierra. Los gases de EI son el vapor de agua, dióxido de carbono (CO₂), ozono (O₃), metano (CH₄), clorofluorcarbonos (CFC) y óxido nitroso (N₂O).
Desde la época industrial, y debido a la quema de combustibles fósiles y la acelerada deforestación, se ha acumulado en la atmósfera una cantidad de GEI (sobre todo CO₂ y CH₄) que alteran el equilibrio natural del efecto invernadero en la Tierra. La irradiación de calor hacia el espacio se dificulta, la atmósfera absorbe más radiación terrestre (porque no se libera al espacio), y vuelve a ser emitida hacia la superficie, aumentando la contrarradiación atmosférica. Es por esto que se está produciendo lo que conocemos como calentamiento global.
Algunos de los indicadores de calentamiento global son: mayor temperatura de los océanos, mayor humedad en algunas regiones, mayor temperatura global promedio, retroceso de los glaciares, aumento del nivel del mar, entre otros.
La huella de carbono de las empresas y productos
Las empresas realizan actividades que producen gases de efecto invernadero como, por ejemplo, durante la fabricación, el transporte o el consumo energético. La huella de carbono corporativa mide todas las emisiones GEI de las empresas y su alcance, tanto si son directas y pueden controlarlas como si no.
En este sentido, las compañías suelen tener la opción de reducir o compensar su huella de carbono: Mejorando su eficiencia energética, consumiendo energía de origen 100 % renovable, realizando campañas de sensibilización, invirtiendo en proyectos medioambientales, abonando impuestos verdes, utilizando productos ecológicos o sostenibles en su materia prima, reduciendo la maquinaria, haciendo uso de una economía circular y aprovechando todos los recursos.
Los servicios y los bienes de consumo también emiten gases de efecto invernadero antes, durante y después de su vida útil. La contaminación se da, por tanto, desde la obtención de materias primas, el procesado, la producción y la distribución hasta la etapa de uso y su transformación en un residuo que se reutilizará, se reciclará o se desechará en un vertedero. La huella de carbono de los eventos, como conciertos, espectáculos o competiciones deportivas, entre otros, también resulta considerable debido a elementos como el transporte, el consumo de energía, la basura generada, etc.
La huella de carbono de las personas
Los individuos en nuestras acciones diarias también producimos gases de efecto invernadero, por lo que es de vital importancia reducir nuestra huella de carbono. Adoptar cambios en nuestro día a día, en nuestro estilo de vida y hábitos de consumo, será decisivo en la batalla contra el cambio climático y en la lucha para salvar al planeta.
A continuación os dejamos algunas acciones y consejos que podemos llevar a cabo para reducir nuestra huella de carbono:
- Apuesta por un consumo responsable, basado en productos de proximidad y elaborados de forma sostenible.
- Muévete de forma más sostenible, en transporte público, bicicleta o a pie, y compra vehículos más respetuosos con el medio ambiente.
- Elige un consumo de energía de origen 100 % renovable, adquiere electrodomésticos de bajo consumo y regula la calefacción y el aire acondicionado para ahorrar energía.
- Disminuye la cantidad de residuos: reutiliza tus envases, recíclalos y, si no es posible, tíralos al contenedor correspondiente.
- Evitar viajar en avión, y/o tomar vuelos con la menor cantidad de conexiones posibles.
Concienciándote a ti mismo y a los demás sobre la importancia de reducir la huella de carbono es el único paso para dejar de destruir al planeta.